La acusación cayó como una bomba en el auditorio y se expandió de inmediato por las redes sociales. Al recibir el Martín Fierro al Mejor Programa Político en la primera edición de los premios dedicados al streaming, Pedro Rosemblat lanzó una frase que condensó la tensión latente entre los principales canales digitales del país. “A mí, particularmente, me produce especial alegría ganarle a Carajo, que de los canales financiados con los fondos reservados de la SIDE es mi favorito”, dijo desde el escenario, entre aplausos, risas incómodas y miradas cruzadas. Con esa afirmación, el conductor de “Industria Nacional”, el ciclo político insignia de Gelatina, que venció en su terna a los programas “La misa” de Carajo y “Multiverso Fantino” de Neura, no solo celebró el galardón sino que abrió públicamente una grieta que ya existía en voz baja dentro del ecosistema del streaming argentino.
La escena tuvo lugar durante la entrega de los Martín Fierro de Streaming, un evento que pretendía legitimar a una industria en expansión pero que terminó funcionando como una radiografía precisa de las tensiones ideológicas que atraviesan a la comunicación digital en la Argentina. Lejos de la neutralidad o el tono festivo, la ceremonia se convirtió en un espacio de disputa simbólica donde el reconocimiento artístico convivió con acusaciones políticas, posicionamientos explícitos y gestos que reforzaron la polarización del debate público.
Nac & Pop. Pedro Rosemblat es una de las figuras centrales de este nuevo mapa mediático. Militante político, comunicador y referente de una generación que encontró en el streaming un canal alternativo a los medios tradicionales, conduce “Industria Nacional” en Gelatina, un canal nacido como proyecto autogestivo y que rápidamente creció en audiencia e influencia. Su programa combina análisis político, humor y conversación con invitados del mundo cultural y académico, con una mirada crítica sobre el poder económico, mediático, político y libertario. Gelatina se define, en los hechos, como un espacio progresista, opositor al actual gobierno de Javier Milei y cercano a una tradición de pensamiento nacional y popular kirchnerista, algo que Rosemblat nunca ocultó y que volvió a quedar expuesto en su discurso.
La mención directa a Carajo, el canal liderado por Daniel Parisini, conocido como el Gordo Dan, activó una controversia inmediata. Carajo es identificado con un discurso alineado con el oficialismo libertario y con una retórica provocadora que busca interpelar a una audiencia joven, desencantada con la política tradicional. La insinuación de que el canal estaría financiado por fondos reservados de la SIDE fue interpretada por sus integrantes y seguidores como una acusación grave, aunque no inédita en el clima de sospechas cruzadas que domina la conversación pública.
Más allá de la veracidad o no de esa afirmación, el episodio dejó al descubierto la disputa por la legitimidad y la independencia en un territorio donde las fronteras entre militancia, periodismo y entretenimiento son cada vez más difusas.
La grieta se profundizó con otro de los discursos más comentados de la noche. Julia Mengolini se impuso en la terna a Mejor Programa Informativo y celebró su victoria con un mensaje de fuerte contenido político. Tras agradecer el premio, la periodista cuestionó duramente al Gobierno y rechazó cualquier expectativa de moderación. Dijo que no estaba dispuesta a callar frente a lo que considera un retroceso social y democrático, y subrayó el impacto de las políticas oficiales en áreas sensibles como la salud, la ciencia y los jubilados. Su triunfo, por encima de figuras como Esteban Trebucq, fue leído como una señal de respaldo a una línea editorial crítica y consolidó a Futurock como uno de los polos progresistas más influyentes del streaming argentino.
Streamer oficialista. En contraste, el gesto del Gordo Dan frente al Martín Fierro de Oro otorgado al Conicet añadió otro capítulo a la controversia: “Es el nivel más a alto de kukismo que vi en mi vida”, dijo. El premio a la transmisión científica “Fondo del Mar” fue celebrado por amplios sectores culturales como un reconocimiento al valor de la divulgación científica en plataformas digitales. Sin embargo, desde Carajo y otros espacios afines surgieron críticas que ridiculizaron la decisión del jurado y cuestionaron el lugar de la ciencia en ese tipo de premiaciones. Las reacciones, amplificadas en redes sociales, terminaron por reforzar la imagen de dos universos enfrentados, con valores y públicos claramente diferenciados.
En este entramado también aparece Blender, un canal que, sin renegar del análisis de la actualidad, elige un perfil menos confrontativo y más orientado al entretenimiento, la cultura y el cruce de formatos. Su posición más ambigua dentro del mapa ideológico lo convierte en un ejemplo de la diversidad que caracteriza al streaming, un espacio donde conviven proyectos militantes y propuestas comerciales que desafían las categorías tradicionales.
La primera entrega de los Martín Fierro de Streaming dejó así una certeza. El streaming ya no es solo un formato ni una moda pasajera, sino un territorio central de la disputa cultural y política en la Argentina.
