Las recientes negociaciones de Argentina con Estados Unidos para congeniar un posible tratado de libre comercio (TLC) desató una profunda preocupación por el futuro del Mercado Común del Sur (Mercosur), el que está enfrentando uno de los momentos más críticos de su historia.
Si bien la finalidad de este acuerdo bilateral es diversificar el mercado y acercarse a la principal economía mundial, también podría haber pérdidas al abandonar un bloque que, aunque imperfecto, sigue siendo clave para el comercio nacional.
El Mercosur, fundado en 1991 por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, y creado con el objetivo de promover la integración económica y política entre estas naciones, fue históricamente un pilar de para el país con números que en 2023, por ejemplo, revelaron que el 23% de las exportaciones argentinas con Brasil como destino principal, fueron equivalentes a u$s12.600 millones, de acuerdo al INDEC.
Qué pasará con el Mercosur: la advertencia de Javier Milei
Pero, ahora, se percibe una inminente salida de él. Puntualmente, tras las constantes críticas del presidente Javier Milei, que puso en duda su utilidad en plena campaña presidencial donde lo calificó como una “unión aduanera defectuosa” que encarece los productos y frena el crecimiento económico y, luego de asumir, aseveró que “si el Mercosur no se adapta a la libertad de comercio, Argentina buscará otros caminos, como un TLC con Estados Unidos”, augurando de esta forma lo que actualmente se está gestando con el presidente norteamericano.
La decisión del libertario de priorizar un acercamiento con Estados Unidos terminó consolidándose en la Cumbre del Mercosur en Asunción, el 8 de diciembre del año anterior, con un gesto sutil, pero significativo: su ausencia. Pese a que envió a quien entonces era la ministra de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, Diana Mondino, su desinterés quedó en evidencia luego que fuentes cercanas a él dijeran a los medios que no considera al Mercosur como prioritario y que está dispuesto a abandonarlo si no se flexibiliza posibilitando a sus miembros el negociar acuerdos comerciales de manera bilateral.
Luego, a la cumbre realizada el 6 de diciembre, Milei sí asistió, pero lanzó fuertes críticas al Mercosur, asegurando que parece una “prisión” comercial y llamando a los otros mandatarios a liberarse de las “ataduras que hoy nos ahogan en vez de fortalecernos”.
“Mientras vecinos como Chile y Perú se abrieron al mundo y entablaron acuerdos comerciales con los protagonistas del comercio global, nosotros nos encerramos en nuestra propia pecera, tardando más de 20 años de cerrar un acuerdo con el que hoy festejamos“, dijo en otra parte de su intervención convocando a que “sin anteojeras ideológicas, tengamos la honestidad intelectual suficiente para poder hacernos las preguntas difíciles y el coraje para tomar las decisiones necesarias”.
El presidente Javier Milei considera que el Mercosur es un bloque que limita comercialmente a los países que lo integran
En términos económicos, el Mercosur presenta un balance mixto para el país. Si bien facilitó exportaciones clave como productos agroindustriales (70% de las ventas a Brasil en 2023, según INDEC) y automotores (60% de las exportaciones del sector, según la Asociación de Fábricas de Automotores – ADEFA), su estructura genera obstáculos significativos.
El Arancel Externo Común (AEC), que promedia el 12%, encarece las importaciones de insumos esenciales, como maquinaria y tecnología, afectando la competitividad de las industrias argentinas. Marcelo Elizondo, especialista en negocios internacionales, estimó en diálogo con los medios que esta rigidez limita la inserción de Argentina en mercados globales, donde países como Chile o México, con economías más abiertas, firmaron acuerdos que cubren el 50% del comercio mundial, frente al 8% del Mercosur.
Agravando aún más lo anteriormente descrito, el Mercosur firmó pocos acuerdos comerciales relevantes desde su creación, con excepciones como Egipto e Israel. Esto contrasta con la dinámica global, donde los tratados bilaterales y plurilaterales son cada vez más comunes. Es decir que, pese a que el Mercosur aporta el 20% del PBI, su relevancia podría disminuir si no se aplican cambios estructurales que permitan negociaciones individuales.
Por otra parte, Milei también cuestionó el encarecimiento de productos que esta unión generan que se derivan en parte del AEC y de las asimetrías dentro del bloque. A diferencia de Uruguay o Paraguay, Argentina enfrenta costos laborales y fiscales más altos, lo que termina limitando su competitivas y dejando registros deficitarios de U$d1200 millones, como sucedió en 2022. Por este motivo es que, Federico Sturzenegger, ministro de Desregulación Económica y Transformación del Estado, considera que el Mercosur es “más un obstáculo que un facilitador” para el comercio argentino.
Entonces, ¿qué puede pasar con el Mercosur?
En caso de que Argentina se salga del Mercosur, este podría sufrir un debilitamiento alarmante en su estructura y perderían un mercado clave, teniendo en cuenta que las transacciones de Argentina representan el 20% del PBI del Mercosur y el 25% del total de su comercio. Para ejemplificarlo, es importante resaltar vieja data que lo prueba: En 2023, Brasil exportó u$s14.200 millones a Argentina -principalmente en vehículos y maquinaria- mientras que Uruguay y Paraguay enviaron u$s1800 y u$s1200 millones.
El sector automotriz, que depende de la integración entre Brasil y Argentina, sufriría significativamente. En 2023, el 60% de las exportaciones automotrices argentinas fueron al Mercosur, y Brasil depende de piezas argentinas para su industria. Sin Argentina, Brasil enfrentaría costos más altos para importar insumos de fuera del bloque. Esto, según precisó el director del Instituto de Negocios Internacionales de la Universidad Católica de Uruguay, Ignacio Batesagui, “supondría el quiebre definitivo del bloque” debido a la pérdida de la cohesión regional.
Si bien el Mercosur podría seguir siendo rentable para Brasil, Paraguay, Uruguay y a Bolivia (que se incorporó como miembro a mediados del año anterior), pero los beneficios comerciales serían menores, afectando las cadenas productivas clave y debilitando la relevancia geopolítica del Mercosur.
¿La solución? Tal vez, podría ser modernizar el Mercosur tal como sugirió el presidente Milei, permitiendo acuerdos bilaterales, pero la posibilidad de que eso ocurra son mínimas. Luiz Inácio Lula da Silva, jefe de Estado de brasileño, ya mostró su negativa avalando el modelo actual; Santiago Peña, mandatario de Paraguay, también mostró resistencia a la flexibilización pese a la aparente buena relación que tiene con el libertario; Uruguay apoya parcialmente la flexibilización, aunque el nuevo presidente Yamandú Orsi, a diferencia de su antecesor Luis Lacalle Pou, está más alineado con Brasil, por lo que su apoyo o negativa no están del todo claras. Por último, Bolivia, como nuevo miembro, tiene un rol secundario en este debate, pero su interés por mantener el acceso al mercado del Mercosur sugiere que está a favor de preservar la unidad del bloque.
Con este panorama, la disolución parcial o total del Mercosur es incierta, pero las pérdidas que generará la salida de Argentina es inminente, lo que podría llegar a empujarlos a querer llegar a un consenso y evitar, así, perder peso en negociaciones internacionales, importantes ingresos a sus estados y generar conflictos políticos.