Como cada verano, los jardines del palacio Huis ten Bosch en La Haya se llenaron de flashes, sonrisas y elegancia. La reina Máxima de Holanda protagonizó una nueva edición de la tradicional sesión fotográfica de verano junto a su marido, el rey Guillermo Alejandro, y sus tres hijas: Amalia, Alexia y Ariane.
Pero como suele pasar en este tipo de eventos, todas las miradas se centraron en ella y sus hijas, quienes deslumbraron con sus looks frescos, modernos y totalmente europeos. Vestidas con colores claros y siluetas relajadas, las tres princesas acompañaron a su madre en una postal que ya es una marca registrada de la familia real.
Amalia, la heredera al trono, lució un vestido blanco con detalles románticos, mientras que Alexia, siempre más osada en su estilo, apostó por un conjunto beige con detalles de lino. Por su parte, la más pequeña, Ariane, eligió un vestido floral que combinaba perfectamente con el entorno de jardines y vegetación.
La reina Máxima no se quedó atrás y volvió a dejar en claro por qué es considerada una de las royals más fashionistas del mundo. Con un vestido midi color pastel, sandalias bajas y el pelo suelto al viento, Zorreguieta se mostró sonriente, relajada y con una cercanía poco habitual en otras monarquías.
UN MOMENTO CLAVE PARA LA FAMILIA REAL
Este tipo de sesiones no son solo un ritual estético. Para la Casa Real neerlandesa es también una forma de mantener el vínculo con el pueblo y de abrir una ventana a su vida privada, aunque sea por unos minutos. Además, sirve para cortar con el asedio de los paparazzi: tras estas fotos públicas, se garantiza que la familia pueda vacacionar sin persecuciones mediáticas.
En esta ocasión, las fotos tienen además un valor simbólico especial: marcan el fin de otro ciclo escolar para las hijas de los reyes. En especial para la princesa Amalia, quien continúa su formación mientras crece su exposición como futura reina.
Lo que más llamó la atención de esta edición fue la complicidad que se percibe entre Máxima y sus hijas. Lejos de las poses rígidas, se mostraron distendidas, abrazadas y hasta con bromas entre ellas. Máxima incluso fue vista corrigiéndole el pelo a Ariane entre toma y toma, un gesto maternal que dio la vuelta al mundo por su ternura.
La reina argentina volvió a demostrar que sabe cómo manejar la imagen pública sin perder la frescura. Y lo hace en un momento en que la corona neerlandesa necesita mostrarse moderna, cercana y vigente. Las imágenes recorrieron portales internacionales y fueron celebradas por fanáticos de la realeza de todo el mundo.
Con looks impecables, actitud relajada y sonrisas auténticas, Máxima y sus hijas lograron una vez más lo que parecía imposible: robarse el verano europeo con solo unas fotos.