23 agosto, 2025

Ponerse en los zapatos de Mariana

Conocí a “Mariana” por casualidad. Fue en San Pablo en diciembre del 2018. Era la amiga argentina de un amigo paulista. De a poco, empezó a darme pistas de quién había sido. Desde ese día, se sucedieron encuentros aquí y allá. Largas noches en las que Mariana hablaba sin que le preguntara. Siempre terminaba así: “No sé porqué te estoy contando esto que nunca le dije a nadie”. Entrecortada, en portuñol, dando por sentado, Mariana revisaba su pasado como Oficial Montonera: cuando murió su marido en un enfrentamiento, cuando tuvo que escapar con su bebé, cuando fue secuestrada-desaparecida, cuando se salvó porque su secuestrador se enamoró de ella y cuando, finalmente, tuvo que exiliarse en Brasil para siempre. Así podría resumirse. En el medio, el gris, el ‘no me acuerdo’, el ‘no quiero hablar más’, el ‘me cansé’. Así seguimos, hasta que en abril del 2022 me propuso que escribiera un libro sobre su vida porque su hijo quería conocer su historia. Enseguida dije que sí.

Un año después, Keka Halvorsen me dio la idea de hacer una obra de teatro. Al día siguiente, (otra casualidad) me encuentro con Dennis Smith y le cuento lo que estoy escribiendo. ‘¡La quiero hacer yo!’ dijo enseguida y le puso quinta a fondo con una fuerza irrefrenable. Así nos subimos al barco de transformar más de 1.500 páginas de entrevistas editadas para el libro (Desaparecida dos veces, Seix Barral, noviembre 2025) en una obra de teatro. El trabajo de Dennis en el escenario es mágico: no encuentro mejor palabra para describirlo. Dirige y actúa. Es el hijo, la madre y el padre sin necesidad de artificios ni fuegos artificiales, pasa de uno a otro sin dejar dudas. Desde el primer momento quiso poner la obra por sobre todo, la historia por delante de cualquier ego personal.

Contamos la vida de una mujer que hizo lo que pudo. No es una heroína. Pero tampoco una traidora. La dramaturgia está repleta de actos heroicos e irreprochables que pocos somos capaces de cumplir. Pero, ¿y los demás? ¿Los que se las arreglan como pueden, no merecen ser contados? ¿Solo la muerte dignifica? Esta es la vida de una mujer que militó con esperanza, enviudó con un bebé y no tuvo tiempo de llorar porque tenía que salvarse y salvar a su hijo, que estuvo desaparecida y que afuera la esperaba ese niño que ya había perdido a su papá. También la esperaba el vacío. El fin. Se salvó. Por eso ¿merece desconfianza? ¿Es menos militante de quienes tuvieron la desgracia de morir? Soñamos, humildemente que, con esta obra, y a casi cincuenta años del golpe de Estado de 1976, el espectador intente ponerse en los zapatos de Mariana y repiense esa época. Nos lo demuestra el público que nos espera a la salida para contarnos su propia historia y así, entre lágrimas y abrazos volvemos a casa, contentos de estar haciendo algo que nos trasciende.

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Desde que estrenamos como coproducción del Festival Internacional de Buenos Aires en octubre del 2024 agotamos todas las funciones. Una enorme felicidad porque demuestra que no estamos solos. No dictamos sentencias, el público arma su propia opinión. La obra pasa por momentos de humor, de emoción, de canciones que llegan al alma y de situaciones donde es difícil juzgar y aparecen las preguntas.

Nos sentimos bendecidos por el público y por los periodistas que han venido a verla, no esperábamos tanto. Soñamos recorrer lugares donde haya otras Marianas y Marianos que, como nuestra protagonista, a pesar del tiempo y los kilómetros que los separan de Argentina, aún hoy, no han podido sacarse el miedo y el estigma de encima. Porque, aunque la obra se basa en hechos reales, los nombres propios han sido cambiados porque Mariana sigue teniendo miedo. No todas nacimos para el bronce.

*Periodista, guionista, dramaturga y coautora de Mi vida anterior.

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