El 29 de agosto de 1999 un conductor imprudente pasó un semáforo en rojo y atropelló a Antonella, de seis años e hija de Silvia y Alejandro Trivisonno. Horas más tarde, la niña falleció en el hospital Vilela, en la ciudad de Rosario, Santa Fe.
Desde ese día, el matrimonio tuvo un nuevo propósito. Hacer de la muerte de su hija la oportunidad para salvar la vida de otras personas. En 2020, con la sanción de la Ley nacional 27.575 -que decretó el 29 de agosto como el Día de la Persona Donante de Órganos-, lo lograron.
“Tenía una forma de vida muy especial y una inteligencia para vivir muy especial”, manifestó Silvia al momento de hacer una semblanza de Antonella. “Salía corriendo a darle un mate a su papá, esperaba a su hermano para jugar a la pelota o a su hermana para jugar a la maestra. Siempre se relacionaba con el otro, no solo desde el lugar que le gustaba, sino también desde el que el otro necesitaba: y eso es donación”, agregó.
En ese sentido, siguió: “La donación tiene que ver con una elección de vida, con una actitud, y no con una decisión final. Entendí que donamos los órganos de Antonella no por cómo murió, sino por cómo vivió. Nos gusta contar lo que vivimos para que otro no tenga que vivir una tragedia como la nuestra y darse cuenta. Donar te permite vivir de otra manera”.
En esa línea, Alejandro recordó: “Cuando nos confirman la muerte de Antonella, Silvia me dice: ¿Y si donamos los órganos? Algo que no habíamos charlado ni conversado en familia. Teníamos cuatro hijos, 34 años, estábamos sanos. Decíamos, nosotros jamás vamos a pensar en eso. Pero la vida nos puso en ese lugar y tomamos esa decisión”.
El 29 de agosto se celebra en nuestro país el Día de la Persona Donante de Órganos. La fecha fue impulsada por Alejandro y Silvia e invita a las provincias y a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a incorporar en sus respectivos calendarios escolares como jornada de reflexión sobre ser donante de órganos.
“Por eso motorizamos esta ley nacional que es un homenaje para los donantes y sus familias. Un homenaje para que en todas las escuelas, en esta fecha, se pueda izar la bandera pensando en todas las personas que donaron, como una Patria que cobija a todos los donantes. La donación tiene que ver con la vida: fueron los héroes cotidianos. Vivieron en nuestras casas, compraron en nuestros kioscos, y después vivieron por nosotros”, manifestó Alejandro.
Sobre el cierre, ambos evocaron a su hija: “Cierro los ojos y recuerdo los ruidos de sus besos”, dijo Alejandro. “Cierro los ojos y recuerdo sus abrazos, los que me daba y los que me pedía”, concluyó Silvia.