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“El peso es lava” y nadie se quiere quemar: qué empuja la suba del dólar paralelo

“El piso es lava” es un exitoso programa de entretenimiento que produjo Netflix y tiene un esquema muy sencillo. Se trata de que un grupo de personas atraviese una habitación de un lado al otro sin tocar el piso, justamente porque el piso “es lava”.

Podría decirse que para los argentinos hoy “el peso es lava”. El que lo tiene se lo quiere sacar de encima, porque en las manos quema.

Más allá de la metáfora, la consecuencia es que para no quemarse, los argentinos, cada cual de acuerdo a sus posibilidades, se desprende de los pesos ni bien los tiene en su poder. Por una razón muy sencilla. Más tiempo demore en gastarlos, menos poder adquisitivo tendrán esos pesos.

Dado que resulta muy poco atractivo ahorrar en pesos, la decisión es salir a comprar lo que sea, pero preferentemente bienes durables o semi durables, aunque también productos básicos de primera necesidad. Cuando el sueldo se deposita en la cuenta llegan pesos al bolsillo, lo que queda después de pagar las deudas va rápidamente al consumo. Desde ya, otro bien muy apreciado es el dólar. Si hay mucha demanda de, por ejemplo, bienes durables, éstos suben de precio. Si hay mucha demanda de dólares… la respuesta es conocida.

Para los economistas, es un fenómeno típico de caída a pique de la demanda de pesos y, relacionado con esto, aumento en la velocidad de circulación del dinero. Así, un mismo billete de $ 1000 se utiliza en días de aumento de la velocidad de circulación del dinero para saldar una cantidad mayor de transacciones que en tiempos “normales”.

En cualquier caso, la consecuencia es aumento de precios -inflación- o del dólar -devaluación del peso-. Lo que estamos viendo en estos días, en que la inflación apunta cada vez más arriba y los precios de los dólares alternativos hacen lo mismo. Por más que el Gobierno intentó convencer a la sociedad de que la preocupación por el dólar “es una cuestión cultural” la gente entiende perfectamente lo que está sucediendo. Comprar dólares, guste o no, es un acto en defensa propia.

Lo de las tasas de interés es llamativo. Una de las primeras consignas que expresó la ministra Silvina Batakis fue anunciar que se procuraría llevar las tasas de interés a terreno positivo, es decir por encima de la inflación esperada.

Esto es, que quien decida invertir sus pesos en, por ejemplo, un plazo fijo, reciba una tasa de interés que supere la tasa de inflación. Eso no ocurrió. De hecho el jueves pasado, luego de conocerse el IPC de junio, el BCRA decidió no tocar las tasas de los plazo fijo regulados. Sí anunció un “corredor de tasas de interés”, que no causó el efecto deseado. ¿Por qué? Lo explica el economista Andrés Borenstein: “El problema es que el corredor quedó medio desvirtuado, por más que pongan como techo una tasa más alta que la de las Leliq. Hoy el corredor no le sirve al mercado bancario ni al financiero, a los fondos comunes de inversión porque este mercado, como el de préstamos a empresas de primera línea, tiene como referencia la tasa de los pases, que quedó en el 46% nominal anual. Esto quiere decir que todavía es muy barato tomar pesos prestados”.

Borenstein tampoco cree que el Banco Central haya echado más leña al fuego en el último mes, a pesar de que emitió 1,2 billón de pesos, para financiar el déficit y para recomprar bonos en pesos del Tesoro. “Emitió una brutalidad, pero la mayoría de esos pesos fueron absorbidos con Leliq. Hoy puntualmente no es un problema de exceso en la oferta de pesos, sino una brutal caída en la demanda de pesos”. En otras palabras, los pesos queman, y nadie se quiere quemar.

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