Desde que Gran Hermano (Telefe) arrancó a trasmitirse en la Argentina en el 2001, se volvió moneda corriente ver a los participantes con un look mejorado tras su salida de la casa. Al principio, se trataba de cambios superficiales y pasajeros, para recorrer los programas de televisión y hacer fotos para las tapas de los principales diarios o revistas. Pero desde la temporada 2022/2023, con la aparición de los canjes con marcas mediante las redes sociales, este fenómeno creció rápidamente y se volvió tendencia.
Gracias a la cantidad de beneficios que son capaces de conseguir los influencers a cambio de un posteo, que les toma menos de un minuto hacer, ahora los exparticipantes salen del reality con la posibilidad de tenerlo todo con un click. Esto porque, al finalizar su paso por la casa de GH (fue lo más visto de la TV del primer semestre de este año), ya cuentan con miles de seguidores nuevos, que aparecen gracias a los familiares o amigos que administran sus cuentas y las hacen crecer mientras transcurre el reality y están en aislamiento.
Así, incluso antes de aclimatarse al “afuera” (como se le dice al mundo exterior en la jerga de Gran hermano), los concursantes consiguen desde ropa nueva hasta uñas y maquillaje pasando por extensiones de pelo, carillas dentales y hasta inyecciones de ácido hialurónico.
En consecuencia, algunos de los personajes de la temporada que finalizó hace un mes, y coronó a Santiago “Tato” Algorta como ganador, ya están prácticamente irreconocibles. Uno de los casos más marcados es el de Luciana Martínez, la participante trans que ingresó con el sueño de salir del clóset públicamente y ser aceptada por su familia.
Actualmente, la santacruceña ya es otra: tiene ropa de punta en blanco, una cabellera impecable y varios retoques con ácido hialurónico. Además, decidió hacerse un implante mamario. Y todo sin tener que invertir ni un sólo peso. Si bien Clarín se comunicó con ella para que hable sobre los pormenores de su cambio, después de haber aceptado la nota, optó por no responder a las preguntas.
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Luciana Martínez, de Gran Hermano, hizo un canje con una estética antes de final
La decisión de hacer cambios en la imagen
A diferencia de Luciana, algunos de sus compañeros de reality fueron más sutiles con el cambio y se hicieron retoques mínimos y prácticamente imperceptibles. Como Juan Pablo de Vigili (más conocido como “Devi”), quien compartió un video en su Instagram realizándose una intervención estética para rejuvenecer su cutis. Pero muchos otros, le dieron un giro de 180 grados a su imagen, sumándose al tren de la santacruceña.
Una de ellas es Petrona Jérez, la depiladora tucumana que entró con el perfil de una ama de casa simple, desarreglada, abocada a las labores del hogar. Tanto es así que, cuando se fue por primera vez del reality, les pidió a sus fanáticos que no la apoyaran en la votación telefónica para poder volver rápido con su familia, porque los extrañaba mucho. Y así fue.
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Juan Pablo de Vigili también se sumó a la ola de canjes de los ex Gran Hermano
Pero a pesar de que, en su charla por Clarín recién salida de la casa, confesó que no volvería a entrar, hizo su reingreso triunfal en junio, con un look completamente renovado. Su vuelta fue como acompañante de Katia “La Tana”, de cara a la recta final. Y si bien para muchos su segunda aparición en el reality estuvo marcada por la desobediencia a las reglas que la dejaron afuera, para la gran mayoría la memorable sorpresa fue su nueva imagen. Tanto, que sus ex compañeros dijeron que “parece Susana Giménez”.
Todo en ella estaba cambiado: el pelo, el maquillaje, las uñas y la ropa. Atrás quedó el pelo corto y atado, para darle la bienvenida a una gran melena rubia con envidiables y largas extensiones. “Me animé a hacer cambios en mi imagen porque sentí que necesitaba renovarme y sentirme más segura de mí misma”, comentó Petrona en una charla reciente con Clarín.
“La convivencia me hizo dar cuenta de que quería mostrarme al mundo de una manera diferente, demostrar que las amas de casa, las mujeres de familia, las esposas, madres y abuelas podemos vernos bien”, añadió. Sin embargo, aseguró que los cambios físicos no modificaron su esencia: “Los cambios físicos no cambian quién soy, pero sí me ayudan a sentirme más cómoda en mi propia piel”.
Para el círculo íntimo de Petrona, que sigue junto a ella en Tucumán, todos estos cambios fueron para el bien de la ex participante. “Mi entorno me dijo que me ven más segura y radiante. Mi esposo, Jorge, mis hijas, mi familia, vecinos, amigas… Todos ellos me comentaron que los cambios me sentaron bien y que me ven más feliz“, sumó Jérez.
Sandra: diferente por fuera, pero siempre igual por dentro
Si bien muchos mutan su personalidad televisiva a lo largo de su paso por el reality, hay una participante que se mostró siempre auténtica en esta última edición: Sandra Priore. La jugadora, desde un primer momento, mostró un perfil de mujer fuerte y dura: pelo bien peinado para atrás, ropa siempre suelta, varios tatuajes que imponían cierto respeto y un dorado de peluche gigante como para fijar la idea de su pasión por la pesca. Y aunque su personalidad sigue igual, actualmente es otra en cuanto a su apariencia.
Como muchos de sus compañeros, Sandra renovó su placard, su pelo y decidió crear una versión mejorada de sí misma para su nueva vida mediática post-reality. Pero, de acuerdo a lo que confesó en exclusiva para Clarín, el cambio físico no es algo nuevo en su vida para quienes la conocen desde antes de su salto a la fama.
“Soy una persona que durante toda mi vida fui mutando y no es la primera vez que me animo a hacer cambios. Es algo normal en mí”, comentó. Para Sandra, siempre lo importante es que cada decisión estética que tome la haga verse y sentirse mejor. “Creo que también un poco la exposición permanente a las cámaras te ayuda a querer verte un poco mejor”, añadió, tras reflexionar sobre su nueva vida.
Y, aunque la exparticipante se declaró amante del cambio, lo cierto es que, de no ser por los canjes que consigue gracias a su fama en las redes sociales, no podría hacer todo lo que quiere: “Si lo hubiese tenido que pagar no hubiese podido. No tenía la posibilidad económica de poder hacerme cosas que hoy sí las puedo hacer”.
Lo que sí es seguro, es que Sandra no muta su personalidad junto con su look, ya que, decidida e independiente como siempre, asumió que no suele consultar con nadie antes de tomar la decisión de hacerse algo que le gusta. “Nunca me importó qué pensará la gente. De las únicas personas que me puede interesar es de mi marido y de mis hijos. A mi marido le encanta y mis hijos me ven bárbara, así que pulgar para arriba”, dijo.
Nada de lo que consiguió hasta el momento de la mano de las marcas que la bancan sorprende, ya que es de admirar la garra y el trabajo que Sandra viene poniendo desde que salió de Gran Hermano para hacer valer los meses de encierro y que su fama no sea efímera. Cada día, la nueva influencer interactúa con sus seguidores, elabora una agenda para que la sigan, hora por hora, en los programas a los que asiste y comparte detalles de su vida, siempre auténtica y transparente.
Fueron varios los canjes encargados de convertir a Sandra en otra persona (en apariencia). Entre otras cosas recibió, a cambio de contenido en sus redes, servicio de peluquería -en el que le hicieron color, corte y peinado-, ropa nueva de varias marcas reconocidas, zapatos y accesorios de primer nivel, varios pares de lentes de aumento y de sol y uñas esculpidas.
El vínculo que generó con sus fans en consecuencia se volvió tan fuerte, que, hace unos días, Sandra lanzó su primer emprendimiento, relacionado con su paso por la casa. La exparticipante y pescadora arrancó con la venta de dorados de peluche, iguales al que tenía en Gran Hermano. Esto generó revuelo absoluto en redes sociales y recordó al boom de Cariños, el reno de juguete de Furia Scaglione que se volvió viral en la temporada anterior.