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El ex jefe de Institutos Militares y de la zona y ex general Santiago Riveros, uno de los exponentes de la línea dura de la última dictadura militar, murió ayer a los 101 años mientras cumplía una condena a cadena perpetua por más de diez casos de delitos de lesa humanidad, entre ellos el secuestro y homicidio del adolescente Floreal Avellaneda y de los delegados de Ford. Era el último jerarca de ese sector de la dictadura, que integraron el ex almirante Emilio Massera y los ex generales Ramón Campos y Guillermo Suárez Mason, entre otros, que estaba vivo.
En 2021, el Tribunal Oral Federal 1 de San Martín rechazado un pedido de los defensores oficiales de Riveros que sostenían que al ex general le correspondía ese beneficio por tener cumplidos veinte años acumulados de encierro en una cárcel, el plazo mínimo para solicitar la condicional previsto en las leyes que regían en el momento en el que ocurrieron los hechos. En ese momento tenía 97 años.
En 1975 fue nombrado comandante de Institutos Militares, cargo que desempeñó de manera efectiva, hasta febrero de 1979 cuando fue designado en comisión permanente como jefe de la Delegación Militar Argentina ante la Junta Interamericana de Defensa, asesor de las Fuerzas Armadas de la misión permanente de la República Argentina ante las Naciones Unidas y asesor de la misión Permanente de la República Argentina.
Fue declarado en situación de retiro voluntario el 6 de marzo de 1980, pero, el 24 de junio de 1981, fue nombrado Embajador en la República Oriental del Uruguay.
En 2009, Riveros fue condenado a reclusión perpetua por el secuestro y homicidio del adolescente Floreal Avellaneda durante la dictadura. Otros cinco acusados recibieron penas de entre 25 y 8 años de cárcel.
Había sido el primer caso de condenas que se dictan por crímenes de este tipo ocurridos en Campo de Mayo.
La sentencia fue dictada por el Tribunal Oral Federal 1 de San Martín -integrado por los jueces Lucila Larrandart, Marta Milloc y Héctor Sagretti) y mereció el inmediato beneplácito de los padres de Avellaneda, presentes en la sala.
«Me considero un demócrata. No soy nazi ni dictador. Ustedes son jueces de la democracia pero no pueden ser nuestros jueces», había dicho Riveros a los magistrados, cuando le dieron la posibilidad de decir sus «últimas palabras» antes del veredicto.
Floreal Avellaneda tenía 14 años cuando fue secuestrado en su casa, en Vicente López, junto con su madre, Iris Pereyra, en represalia porque había logrado escapar su papá, también llamado Floreal y delegado gremial en una fábrica textil. Avellaneda padre militaba en el Partido Comunista y su hijo lo hacía en la Federación Juvenil Comunista (FJC).El adolescente apareció muerto un mes después en la costa uruguaya del Río de la Plata. Justo ese día hubiera cumplido quince años.
En el 2018, Riveros y dos ex directivos de Ford en Argentina fueron condenados a 12 y 10 años de prisión por ser partícipes necesarios en la privación ilegal de la libertad y en tormentos a obreros que actuaban de delegados sindicales de la empresa, durante la última dictadura militar.
Se trata del primer juicio en el país contra ex directivos de una multinacional por delitos vinculados con la dictadura, calificados como de lesa humanidad y por lo tanto imprescriptibles.
Pedro Müller, ex gerente de manufactura en la época de la dictadura militar. El Tribunal en lo Criminal de San Martín condenó a 12 años de cárcel al ex jefe de seguridad de Ford Héctor Sibilla y a 10 años a Pedro Müller, ex gerente de manufactura de la automotriz.
Este juicio penal se limitó a determinar la responsabilidad de los acusados y no involucra a la empresa. En el mismo fallo, también fue condenado a 15 años de prisión el ex general Santiago Riveros, quien dirigió el centro de detención clandestino de Campo de Mayo.
El militar, que cumplía prisión por otras condenas por delitos de lesa humanidad, fue sentenciado como «coautor de allanamiento ilegal de vivienda y de privación ilegal de la libertad».