Noticias y curiosidades del mundo
¿Qué lleva a una mujer de 47 años, profesional, con un empleo estable hace casi media vida en una empresa estatal, a tomar el teléfono celular de su hija, grabar un mensaje intimidatorio con la voz distorsionada y enviárselo a varios de sus compañeros de trabajo que le hará perder un millón de dólares a sus jefes? ¿Por qué alguien dinamitaría todo con un par de audios de pocos segundos? Estas preguntas seguramente le harán a Daniela Carbone, la azafata de Aerolíneas Argentinas que fue detenida este domingo, acusada de ser la autora de la amenaza de bomba contra un avión que debía partir a Miami una semana atrás y que debió ser pospuesto por obvias razones de seguridad.
Puede ser un lugar común aquel dicho que se le adjudica a Blaise Pascal, filósofo y matemático del siglo XVII: «El corazón tiene razones que la razón desconoce». Pero la trama que se investiga en la Justicia y que llevó a Carbone recorre el camino de una relación frustrada y un desamor más explosivo que las bombas prometidas por WhatsApp.
El 21 de mayo, la azafata que al menos desde 2007 trabaja para Aerolíneas Argentinas -aunque se supone que su carrera se remonta a 25 años atrás- decidió hacer explotar su historia. El vuelo «AR1304 Ezeiza-Miami» llevaba a 270 pasajeros y 12 tripulantes y tenía prevista su salida a las 7.35 de la mañana. Pero al teléfono del piloto y de algunos «empleados de tierra» de la aerolínea de bandera controlada por La Cámpora, llegó un audio: «Decile al capitancito que le pusimos tres bombas en el Miami [sic]. Que se deje de joder con la política y chequee el avión porque van a volar en mil pedazos».
El audio que derivó en un esperable operativo antibombas en el aeropuerto de Ezeiza y la reprogramación del vuelo, a un costo de un millón de dólares para la aerolínea estatal, llegó al celular del piloto que estaba por despegar, pero también a un cajero encargado de vender pasajes y hasta otro empleado que ese día estaba de franco. Y si bien el mensaje hablaba del «capitancito», tenía destinatario a otro tripulante cuyo teléfono no sonó.
No solo eso. Antes de detener a Carbone este domingo, en Ezeiza, cuando volvía de un vuelo, la Justicia secuestró un Iphone 13 Pro y otro 12 Pro en su domicilio, que habían sido utilizados con la línea identificada desde donde salieron las amenazas. En uno de ellos, hallaron algunas búsquedas en el navegador Safari de Apple, hechas el mismo domingo 21. «Cómo investigar un audio», «se puede analizar un audio para saber la voz de quién es», «activar reconocimiento de voz», «Aerolíneas Argentinas» y «SAME Provincia», entre las consultas.
No obstante, dicen que el hombre sostuvo las dudas obvias de que pudiera ser la autora de los mensajes, ya que ella seguía trabajando en la empresa. Pero Carbone fue detenida en Ezeiza, por la Policía de Seguridad Aeroportuaria y a pedido del juez federal Federico Villena que actúa en la causa en la que la azafata enfrentará cargos por «intimidación pública» y «entorpecimiento de los servicios públicos», además de «coacción agravada».
Es que además de las consecuencias penales, Aerolíneas Argentinas ya deslizó que analizan sancionar a la azafata con una medida «proporcional a la gravedad del hecho». Ese «hecho», que le costó a la empresa estatal un millón de dólares. Se presume que después de un cuarto de siglo, la mujer podría dejar de volar.
Carbone se presenta como «comisario de abordo en Aerolíneas Argentinas» en sus desactualizadas redes sociales. Rubia, vistosa y coqueta a tono con su profesión, sus allegados no le creen los 47 años de edad. Capricorniana, nacida en las vísperas de Año Nuevo, en los últimos dos años habría tomado decisiones financieras no previsibles para los que delimitan a los signos: acumularía deudas de las consideradas incobrables por los bancos, con una quincena de cooperativas y empresas de créditos que andarían con intenciones de hacerle pagar.
Como este domingo, que volvía al país. Se había ido a trabajar el jueves patrio del 25 de mayo en el vuelo AR 1302. Casualidades: el destino de ese tramo era otra vez Miami, la ciudad que albergaría sospechas intolerables de un nuevo amor para aquel tripulante con el que compartió años, entre vuelos, luchas sindicales por los empleos y el «Defendamos Austral y Aerolíneas» como consigna, tal vez partidos de River y noches de rock, con el sonido del bajo que él sabía tocar. Todo un pasado que hacía dos meses se resistía a que se le volviera carne.
La detención de Daniela Carbone, la azafata de Aerolíneas Argentinas
Trascendió de entre sus pares que, al hacerse noticia la amenaza de bomba al vuelo AR 1304 del avión Airbus A330 de la aerolínea estatal, Carbone habría escrito en grupos de chat que comparte con sus compañeros: «Pero q paso? Saben?».
DS